DORMIDO EN LA INMENSA CUNA (MANUEL ALTOLAGUIRRE)
(Imagen, Manual de Espumas,
Biografía incompleta)
I
...Pero ¿por qué camino había llegado?
Leyendas diferentes
decían
que había caído de un traspiés a la Tierra —¿desde dónde?—,
y que cuando se incorporaba
al lado estaba de cada uno, sin que nadie supiera cómo,
y se alzaba y sonreía, y nos pedía perdón.
Otros decían que por una escala...
Otros, que fuera un niño que en un estirón súbito...
Otros, que un viejo que, en su cara de infante, sabía tanto...
Pero todos estaban conformes en que su humana idea iba vestida,
y en que era alto, muy alto, y en que cuando avanzaba
—el Parque o luz, o su jardín quietísimo—
con su pie silencioso iba pisando olor... Y lo sabía.
I
Una tarde, recuerdo, era una noche,
una mañana. Sí, sigo acordándome.
Oh cenital estar de tu hora única.
Cuando en la madrugada tú dormías.
Sueño del niño en la región umbría,
cuando es el cielo o madre el que aboveda,
cuando los grandes ojos estrellados
velan sobre un dormir ya sin orillas.
Sobre la inmensa cuna tú descansas,
mecido por el mar inmenso y joven,
y acordándote duermes y nos sueñas,
oh corazones que te conocimos.
Manolito crecido, hombre o suceso.
Veladores hoy somos tu memoria.
El ángel es el hombre y ha vivido.
Duerme sobre la estela sucedida.
Al fondo veo una playa con un nombre.
Veo la huella de un pie fresca en la arena.
Y diviso la espuma que la alcanza
y con amor o lágrima la borra.
Manolito callado, roto, entero:
en pie, tendido, levantado, miras.
Ángel o viejo o niño, o sabio, o cándido.
¡Oh entera noche en nuestros corazones!
Vicente Aleixandre