ETERNAMENTE
A Ricardo Blasco.
Desde esta quieta estancia sin pasión yo contemplo
ese paisaje lento donde las nubes quedan.
Ese azul fue el imperio temporal, colorido,
de unos ojos. Ese verdor perenne
fue juventud, primavera. Tranquilo, aquí, tranquilo,
miro los suaves bordes de los montes enhiestos.
¿Qué redondez nativa, tibiamente desnuda?...
Esa llanura tersa sin álamos, respira.
Mano mía que supo de la corteza suave
de la tierra, hoy sostiene mi cabeza, acodada.
Inmarcesible un río levemente espejea
dientes de amor, cantando, riendo, hacia otra espuma.
Voces, remotas voces son el aviso dulce
de que siempre velando las remotas muchachas
entre el boscaje aguardan fuertes varones raudos
que arrebatadamente desemboquen con ellas
en el mar. ¡Oh ríos juveniles —auroras
permanentes— que alegremente vierten,
nunca finales, nunca!
...Con mis ojos abiertos.
Vicente Aleixandre