«VIOLETA»
Aquel grandullón retador lo decía.
«Violeta». Y una calleja oscura.
Violeta... Una flor... ¿Pero un nombre?
Y decía, y contaba. Y el niño chico casi no lo
entendía.
Cuando él se acercaba, los mayores no se callaban.
Ah, aquella flor oscura, seductora, misteriosa, embriagante,
con un raro nombre de mujer,..
«Violeta»... Y en el niño rompía un
extraño olor a clavel reventado.
Y el uno decía: «Fui...» Y el otro:
«Llegaba...»
Y un rumor más bisbiseante. Y la gran carcajada súbita,
la explosión, casi hoguera, de una como indecente alegría
superior
que exultase.
Y el niño, diminuto, escuchaba.
Como si durmiese bajo su inocencia, bajo un río callado.
Y nadie le veía y dormía.
Y era como si durmiese y pasase leve, bajo las aguas buenas que le
llevaban.
Vicente Aleixandre