FILO DEL AMOR
Cuando te miro, monte o diminuta rosa,
cuando te tengo, montaña azulada que contra mi pecho estrecho,
mariposa que llega ligera como el amor,
como dos labios reales que en el cielo se extienden.
Cuando miro tu dulce forma extendida,
tu sueño vigilante en que la misma sonrisa no engaña,
cuerpo que me parece montón de trigo núbil,
fruto que duerme en tierra dorado como la dicha...
Miro tu rostro de niña sonreír sin espanto,
mientras sobre la frente pasan nubes ligeras,
mientras tu piel siente a los pájaros altos
como plumas que tocan suavemente y sonríen.
Sí. Tú extendida no imitas un río detenido,
no imitas un lago en cuyo fondo al cabo el cielo descansa,
ni eres tampoco una dulce colina que ha nacido
cuando la luna dora lo suave de la tierra.
Extendido tu brazo que descansa en lo verde,
es quizás, sí, quizás un calor o llamada,
es un dulce resplandor que solamente de noche
corresponden con lunas o con los frescos luceros.
¿A quién llamas?
La tierra girando como suave cabeza
deja una estela o cabello de plata,
deja un rumor de voces o palabras queridas,
que las estrellas oyen como un agua enviada.
Todo el cristal de ti, o el amor,
todo el misterio que rueda sin saberte,
toda la dicha que consiste en decir a tu oído unas tiernas
palabras,
mientras tu boca se rinde como un mar entreabierto.
Di, ¿quién besa como las estrellas?
¿Quién siente en la nuca una luna acerada,
quién comprende que la luz es una tersa cuchilla
que parte en dos, mientras se besan unos amantes vivos?
Vicente Aleixandre