PÁJAROS SIN DESCENSO
Un pelo rubio ondea.
Se ven remotas playas, nubes felices, un viento así dorado
que enlazaría cuerpos sobre la arena pura.
Pájaros sin descenso por el azul se escapan.
Son casi los deseos, son casi sus espumas.
Son las hojas de un cielo radiante de belleza,
en el que mil gargantas cantan la luz sin muerte.
Un hombre ve, presencia. Un hombre vive, duerme.
Una forma respira como la mar sacude,
un pecho ondula siempre casi azul a sus playas.
No, no confundáis ya el mar, el mar inerte, con un
corazón agitado.
No mezcléis nunca sangre con espumas tan libres.
El color blanco es ala, es agua, es nube, es vela;
pero no es nunca rostro.
Pero no es nunca, nunca, un latido de sangre,
un calor delicado que por un cuerpo corre.
Por eso,
tirado ahí, en la playa.
Tirado allá después en el duro camino.
Tirado más allá, en la enorme montaña,
un hombre ignora el verde piadoso de los mares,
ignora su vaivén melodioso y vacío
y desconoce el canon eterno de su espuma.
Sobre la tierra yace como la pura hierba.
Un huracán lo peina como a los grandes robles,
Sus brazos no presencian la llegada de pájaros.
Pájaros sin descenso son blancos bajo el cielo.
Vicente Aleixandre