MADRE, MADRE
La tristeza u hoyo en la tierra,
dulcemente cavado a fuerza de palabra,
a fuerza de pensar en el mar,
donde a merced de las ondas bogan lanchas ligeras
Ligeras como pájaros nubiles,
amorosas como guarismos,
como ese afán postrero de besar a la orilla,
o estampa dolorida de uno solo, o pie errado.
La tristeza como un pozo en el agua,
pozo seco que ahonda el respiro de arena,
pozo. —Madre, ¿me escuchas?: eres un dulce espejo
donde una gaviota siente calor o pluma.
Madre, madre, te llamo;
espejo mío silente,
dulce sonrisa abierta como un vidrio cortado.
Madre, madre, esta herida, esta mano tocada,
madre, en un pozo abierto en el pecho o extravío.
La tristeza no siempre acaba en una flor,
ni esta puede crecer hasta alcanzar el aire,
surtir. —Madre, ¿me escuchas? Soy yo que como alambre
tengo mi corazón amoroso aquí fuera.
Vicente Aleixandre