EL VIENTO
Se ha de ver en tus manos el viento,
anclado en tus dedos,
alzarse y prenderte.
De llama en tu pelo
—crepúsculo—,
se enrosca a mi cuerpo
y se yergue
hecho cinta y reflejo,
de cobre en tus ojos,
de carne en mis dedos,
Si te das al viento
date toda hecha
viento contra viento,
y tómame en él
y viérteme el cuerpo,
antes que mi frente,
tú y el viento lejos,
sea sólo roce,
memoria del viento.
Vicente Aleixandre