LAS BUENAS INTENCIONES

¿Por qué pájaros de lo anterior?

No me visitéis
ya.

Yo olvidaré de lejos vuestros nombres.

                        *

Los animales de lo hondo han llegado a por mí
también,
ante mi corazón extienden dientes inconcretos
y un dominio de nudos que oscurecen el aire.

¿Qué quieren?
                             ¿Arrastrarme a esa última espesura
donde nunca espera el deslumbramiento de estar vivo?

No iré:
             sitio de paso,
abriga en falso, quema
su pasto oscuro, apaga el hervor de los sentidos
con bocanada negra.
                                      Todas sus puertas conducen
al pensamiento y sus desolaciones. Nada más.

A por mí de lo hondo llegan pájaros
ciegos.
              Lo sé:
                           si bajo allí no me asistirá
la luz. No hay luz. Tan solo
la insulsa palidez de las certezas
pero no lo que busco: la deshuesada sabiduría
de la confusión.

Me aparto
de la verdad sin alma de esas sombras
nombradas.
                       Eso es me alejo
me lo hondo también.

Por allí nunca sabe a compasión el pensamiento.

Sus dedos dejan frío general, dan miedo
bastante,

Qué va
               tampoco
voy a abrigarme con lo que más adelante la vida traerá
O fruta fallida o números dulces.

Lo que venga entonces no me concierne
ahora.
Sus fibras de esponja aún fría, su sustancia engorrosa
¿quién las podrá saber?
Miro
la tiniebla del porvenir, no me arrendan
sus preguntas agudas como agujas
que conocen mi nombre.

Ni caso.
                  Vivir mientras tanto sin cómo,
sin orden en la piel
y entre pequeñas fogatas repentinas
que se me vienen encima sin aviso,
con inmediato amor.

La vida así: un quehacer
sin el permiso oscuro de los nombres.