EL ASNO Y SU AMO
Siempre acostumbra hacer el vulgo necio
de lo bueno y lo malo igual aprecio:
yo le doy lo peor, que es lo que alaba».
De este modo sus yerros disculpaba
un escritor de farsas indecentes;
y un taimado poeta que lo oía,
le respondió en los términos siguientes:
al humilde jumento
su dueño daba paja, y le decía:
«Toma, pues que con eso estás contento».
Díjolo tantas veces, que ya un día
se enfadó el asno, y replicó: «Yo tomo
lo que me quieras dar: pero, hombre injusto,
¿piensas que sólo de la paja gusto?
Dame grano, y verás si me lo como».
Sepa quien para el público trabaja,
que tal vez a la plebe culpa en vano;
pues si en dándola paja, come paja,
siempre que la dan grano, come grano.
Quien escribe para el público, y no escribe bien, no debe fundar su disculpa en el mal gusto del vulgo.
Tomás de Iriarte