ROMANCE
En Madrid estuve yo
en corro de tal tijera,
que la pegaba cualquiera
al padre que la engendró.
Y si alguno se partía
del corro, los que quedaban
mucho peor dél hablaban,
que él de otros hablado había.
Yo, que conocí sus modas,
a sus lenguas tuve miedo,
¿y qué hago? Estoime quedo,
hasta que se fueron todos.
Pero no me valió el arte,
que ausentándose de allí,
sólo a murmurar de mí
hicieron corro aparte.
Si el maldiciente mirara
este solo inconveníente,
¿hallarase un maldiciente
por un ojo de la cara?
Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza