ALMAS PARALÍTICAS
II
Hay cosas inanimadas
donde hemos vivido horas felices, sosegadas,
que al mirarnos cubiertos con sayal de amarguras
anímanse de pronto, toman gestos, posturas
dolientes, y nos muestran tan protector cariño
que parecen sirvientes viejos cuando uno es niño.
Y las casas son las más dulces criaturas,
porque tienen espíritu tolerante, de abuela,
porque saben secretos de muchos corazones,
y al acudir a ellas en las tribulaciones
hablan con una voz tácita que consuela.
Ramón Pérez de Ayala