DESPEDIDA DE BARRANQUILLA
(A mis compañeras de viaje señoritas Dovale y Pardo).
I
Quédate aquí, corazón.
En tres pedazos partido.
Ya que del buque el silbido
Me intima deportación.
Quédate aquí, que ocasión
Ya en mi viaje no presiento
Para el dulce arrobamiento
De que hasta aquí disfruté,
Y al dejarte aquí bien sé
Que quedarás muy contento.
II
Aflígeme el que no pueda
Darte entero a cada hermosa
De esa trinidad preciosa
Que tu posesión hereda;
Pero cada parte queda
Tan cerca de las demás,
Que antes me agradecerás
El dejarlas hoy aparte
Por el placer de juntarte
Que a menudo gozarás.
III
Tú, corazón, sabes bien
Cuan tiernamente se quieren
Las tres, que por verse mueren
Siempre que ausentes se ven.
Piensa, pues, cuando se den
Las manos, cuando se abracen,
Cuando boca y boca enlacen;
Piensa en lo que sentirás
Si te juntas tu al compás
De las caricias que se hacen.
IV
Todos los ángeles son
(Menos el ángel maldito)
Coro de Dios favorito,
Jazmines de perfección.
No es dable hacer excepción
Entre seres todos bellos,
Todos puros, cual destellos
Del sol que anuncia la fe,
Y si el mundo ángeles ve
Aquí llegaron tres dellos.
V
Pero así cual varias tintas
Guarda en su luz cada rayo,
Y el ojo en el iris gayo
Ve varias fúlgidas cintas,
Las excelencias distintas
No es posible separar
En cada ángel, y admirar
En sólo uno de los tres
Algo que de todos es,
No de uno en particular.
VI
Así diré que Delfina
Es la modestia encarnada,
Con la cual brilla esmaltada
Toda gracia femenina;
Rebeca en tanto asesina
Con ojo fascinador,
Mas nunca existió mayor
Inocencia en la hermosura,
Y es entre ángeles dulzura
El nombre de Leonor.
VII
De Dios ferviente imploré
Retornarme al patrio suelo,
Y acaso enviada del cielo
Mi escolta de ángeles fue.
A bordo las encontré,
Llegué ayer, y hoy se me apartan;
Pero antes que al cielo partan
Dejándome en salvación,
Justo es que mi corazón
Entre las tres se repartan.
Barranquilla, diciembre 11: 1872.
Rafael Pombo