EL CAJISTA 1
Cada cual tiene un cabrión,
Enemigo tramoyista,
Su numen de indigestión,
Diablo sin excomunión
Ni exorcista.
No hay pobre tan infeliz
Que le falte petardista,
O habladora secatriz,
O algún vecino aprendiz.
Violinista.
Mi acreedor, mi purgante.
Cuando me da por versista.
No es el fatal consonante.
Ni el mal lector, ni el cantante.
Ni el copista.
Lo que me hace aborrecer
A Apolo y a Guttenberg
Y que del arte desista,
Es este buen Lucifer,
Del Cajista.
Viva lástima me da
Tanto inmortal que hoy no chista,
Si para leerse acá
Desde el cielo donde está
Tiene vista.
Largo es de culpas el rol
De cada bardo español
Si iguala erratas la lista;
Beato él si es su crisol
Su Cajista,
El Cajista más chambón
Es un pasmoso alquimista,
Que del mismo Cicerón
Saca un asno, y a Platón
Ateísta.
Dijo Dios: «La luz exista»,
Y hubo luz. Sin más molestia
Dice este gran titerista:
«Sea noche» o «hágate bestia»,
Y está lista.
¿A quién le ocurrió jamás
Que un hombre a la mar le embista
Y armado? A Shakespeare dirás.
Pues no hay tal: este es un as
Del Cajista2.
Cierta vez con tino erró,
Como el orejón flautista:
Cuando Roselia murió
Y en rosa la transformó
Imprevista3.
Quizá el tal tipografista
Fue un Camoens sin chaqueta,
Cual varios que tengo en lista;
Algún Calvo, un gran poeta
Y estadista.
Pues, por regla general,
Es fatal contraversista,
Contra poeta fatal,
Y de absurdos aquel tal
Contrabandista.
Un anónimo enredista
Que en el juicio final
Nos calumnia y nos malquista
Y a muchos quitó la sal
Del bautista.
Para él dos y dos son tres,
No hay letra que le resista,
Usa gafas en los pies,
O para ver al revés
Tiene vista.
Maquinista de la gloria,
Del pensamiento archivista,
Nuevo Dios de la memoria,
Oráculo de victoria
Y conquista.
¡Oh impresor, yo te venero!
Mas temo a aquel parodista
De tu oficial chapucero,
A ese inmortal embustero
Y embudista.
¿Qué son saber, fuerza o plata
Contra tal antagonista?
£1 con la intención más grata
Fusila con una errata
Al hablista.
A más de un honrado autor
Privó de panegirista,
Y con su aplomo impostor
Cargó su fusil censor
La revista.
Otros hay, y en grande copia,
De mollera mal provista;
Mas cuya bárbara inopia
Multiplica por la propia
El Cajista.
Si muerto no, saldrá cojo
De un pie, o de ciento, el copista;
O en la alma flor del manojo
Quedó el leyente con ojo
Y sin vista.
¿Y a errata que el vuelo alzó
Quién le seguirá la pista?
¡Nadie es cual Dios lo creó
Sino como lo estampó
El prensista!
El genio de cada cual
Es la fracción que subsista
Restando de su total
Lo que valga de animal
El Cajista.
¡Oh comadrón, cuánta idea
Digna hija de un alma artista
Sacas tan monstruosa y fea
Que aun su madre que la vea
Se contrista!
«No hay mal que dure cien años,
Ni cuerpo que lo resista»...
¡Miente el refrán! Son tamaños
Y duran sin fin los daños
Del Cajista.
«¿Aguarda usted al santolio?»
(Díceme tal cual droguista);
¿Cuándo un poético infolio
Que lo encumbra al Capitolio
Nos alista?
Y yo respondo: el suicidio
No está, ni estará en mi lista,
Primero marcho a presidio
Que al bárbaro estilicidio
Del Cajista.
Y una vez pasado el trance
Mortal, no habrá ruin percance
Que turbe mi alma optimista,
Pues ya no estaré al alcance
Del Cajista.
En lo alto jamás fue vista
Un alma o sentencia trunca,
Ni por faraute un farsista:
Allá no se miente nunca,
No hay Cajista.
Allá no truecan papeles,
Ni nos prensa entre cordeles
Y en galeras un Cajista,
Allá no harás tus pasteles,
Hojaldrista.
Mas si hay en el mundo eterno
Fe de erratas, ¡Dios te asista!
Con ese plomo de cuerno
Freirán en el infierno
Al Cajista.
Bien supo el Señor por qué
Jesús no encontró un Cajista,
¡Gracias a Dios que no fue
De ese oficio ningún E-
vangelista.
Con el Cajista nació
La Babel protestantista,
Y la verdad se volvió
Tanto sí, no, qué sé yo,
Y tanto ista.
Lector, léeme con calma,
Y si eres espiritista,
Antes de echarme una enjalma
Evoca el lomo o el alma
Del Cajista.
Rafael Pombo
1 Esta travesura tiene por objeto llamar la atención sobre la incorrección verdaderamente vergonzosa que suele notarse en las publicaciones españolas de Europa y América, tomándose el autor la libertad de hacer cargar al cajista, además de sus propias culpas, con las menos excusables de correctores de pruebas y de tantos redactores que dejan la revisión y ortografía a cargo del modesto artesano.
2 En el célebre soliloquio de Hamlet: Set o no ser es la cuestión.
3 En la mejor estrofa de Malherbe.