ROBERTO LEE
¡De una ruin causa colosal soldado!
¡Campeón cristiano del mayor pecado!
¡Oh Lee! de esa que hiciste
Gran nación, de esas mil nobles proezas.
De esa estupenda improvisada historia,
Pronto no habrá quedado
En pie sino tu gloria.
De cuatro siglos la insaciable arpía
Supo lidiar cual oprimir sabía,
Y muere dignamente:
¡Cuatro siglos de lucha en cuatro años
Cuesta a un pueblo el verdugo de una raza!
Pero al fin, destrozada la cabeza,
El cuerpo entero se hunde y despedaza.
El mismo lanzó el guante a su adversario,
¡Pasmosa ceguedad! y el victimario
Suicidado sucumbe.
«¡Patria y esclavitud!» clamó el rebelde,
Dios no bendijo ese consorcio impío,
Y de la Patria el talismán sagrado
Perdió su irresistible poderío.
Causa peor jamás el hombre viera,
Ni mejor sostenida. Una bandera
Se alzó de pronto un día;
Y, fábrica perfecta, hercúlea, grande.
Una nación apareció a su sombra;
Mas fue de negra pólvora el cimiento
Y al tronar la explosión nadie se asombra.
Noble Roberto paladín cristiano.
Tu adorada Virginia armó tu mano
Y fue su amor tu empresa;
Pero hubiste un Bertrand: vampiro horrendo,
Como el astro fatal de tu destino
Fue sobre tu bandera revolando
Y tus tropas sangrándote asesino.
Viste el agüero, y el excelso aviso
Desoíste y pecaste; pero quiso
Purificarte el Cielo
Y borrar con tu sangre tu pecado.
...Tu hijo, ¡ay! tu corazón, te cuesta.
Llóralo en paz, que tu adversario mismo
Deplora el fiero dardo que te asesta.
Todo en el libro eterno estaba escrito:
Por su abogado te nombró el delito
Y en ti vencido queda.
Mas «¡cuánto valgo yo!» di con orgullo.
Rinde Roberto Lee la heroica espada
Y muere una nación, tiembla un imperio,
Y el monstruo esclavitud se hunde en la nada.
Nueva York, abril 12: 1865.
Rafael Pombo