CAMILA
¡Tan hermosa y tan vil! ¿quién supondría
Que aquella faz de serafín bendito
Cubre al gusano inmundo del delito,
Y ya exánime, inerte, sin calor?
¿Quién osara decir que aquella frente
Virgen, radiante de inocencia y calma
Guarda un cadáver, un escarnio de alma
Incapaz de placer y de dolor?
Los que pensáis que en la mortal jornada
Son lo más triste y el pesar más fuerte,
El solemne embeleso de la muerte
Y del remordimiento el aguijón,
Venid a ver las rosas de la vida
Amortajando un pútrido esqueleto:
Vicio y beldad cumplido ya su objeto
Sobreviviendo al muerto corazón.
¿Y para esto, oh Dios, la mano emplea
En hacer y pulir tanta hermosura?
¿Y así conscientes que a la bestia impura
Sirva el ángel de máscara, gran Dios?
¡Pobre mujer! no tengo que decirte.
Pues ni escuchas, ni entiendes, ni agradeces.
¡Adiós!... ¡No, que de mí tú no
mereces
Un suspiro, ni un verso, ni un adiós!
Rafael Pombo