AMISTAD DE MUJER
Un himno de amistad quieres que cante;
No hables, ¡ay! de amistad al trovador,
Porque es su lira un corazón amante
Y él no sabe cantar sino de amor.
Y esa voz de amistad suena muy triste
En el labio carmín de la beldad:
Manto de tornasol con que reviste
Hoy el amor, después la veleidad.
En nombre de amistad han adorado,
Y amor tras de amistad correspondió;
Mas de amistad en nombre han engañado,
Y su odio de amistad se disfrazó.
Vi unas veces con título de amigo
Ceñir de flores la embriagada sien,
Y otras, del mismo título al abrigo.
Herir de muerte al corazón también.
Es una concesión sin compromiso,
Es del corso de amor bandera infiel.
Con esa voz abrís el paraíso,
Con ella somos desterrados de él.
Por escalón primero de su trono
La amistad puso el inconstante dios;
Mas, ¡ay! que allí se asienta el abandono
Y al destronado rey le dice adiós.
Esa voz en tu labio, al pronunciarla,
O nada o mucho me intentó decir:
Si nada dijo, ¿para qué cantarla?
Si dijo mucho, ¿para qué mentir?
El dulce orgullo del amor se afrenta
Si le niega su nombre la expresión,
Quita más bien el trueno a la tormenta
Que el grito de «te amo» al corazón.
No exijas pues que de amistad te cante,
Que de amistad de la mujer no sé;
Pero es mi lira un corazón amante,
Y si quieres, de amor te cantaré.
Bogotá: 1855.
Rafael Pombo