EL YEGUA Y LA FALDERA
Viajando doña Próspera
Con su yegua y su perra de faldas.
Llegaron cansadísimas
Por la noche a la venta o posada.
Quítanle a la cuadrúpeda
Silla y freno y demás zarandajas,
Y revuélcase cómoda
En un plan a nivel como tabla.
Sin melindres ni escrúpulos
Torna a diestra y siniestra a sus anchas ;
Levántase, sacúdese,
Yl'declárase fresca, entonada
—«¡Qué bárbara, qué estúpida!
—La perrita le dijo al mirarla—;
Con semejante método
Se fatiga uno más, se quebranta.
»Yo misma estoy exánime
Aunque vine en las faldas de mi ama;
Mas dormiré a lo príncipe,
Y mañana estaré descansada».
—«¡Calla! —la otra replícale—.
Lo que postra es el ocio y las faldas;
Los zánganos son débiles;
Sólo aquel que trabaja, descansa.
»Viniste cual canónigo,
Y por eso te sientes postrada;
Yo a ti y a doña Próspera
Traje encima, y por eso estoy guapa.
»El trabajo es paz íntima,
Salud, fuerza, riqueza, esperanza,
Perros vagos o inútiles
Mueren de hambre o les da mal de rabia.
»Si ansías reposo, agítate,
Y desvélate y cuida la casa.
La vida sibarítica
Cría enfermos, mendigos y mandrias».
1873.
Rafael Pombo