FUÑO Y FURAÑO
A pesar de que doña Petra estaba constantemente de mal humor, sus dos hermosos gatos llamados Fuño y Furaño siempre habían sido muy buenos amigos y muy celebrados por su amable carácter. Pero un día Petronila, la hija de doña Petra, les echó un pedazo de carne, y parece que el mismo Lucifer se les metió en el cuerpo, pues armaron un zipizape tan furibundo que parecía que hubiera setenta gatos en aquel cuarto, y Petronila gritaba de miedo de que le tocasen algunos de esos araños y mordiscos. Doña Petra, que oyó esto, entró más rabiosa que los mismos combatientes, y arrojó a Fuño por una ventana, a Furaño por la otra, y el pedazo de carne en la chimenea. Dos amigos no deben pelear jamás, y un momento de enojo suele costar muy caro, como lo prueban Fuño y Furaño, que se quedaron sin amigo y sin casa, y sin probar el bocado que debieron partir entre los dos como gente decente.
Rafael Pombo