¡SOÑAD!
Flores que Dios para su edén reclama,
Sombras de dicha que el amor colora,
No el fantasma toquéis que os enamora:
Soñad que le adoráis, soñad que os ama.
Soñad, grrandes del mundo, vuestra fama,
Humo que os ciega y pronto se evapora;
Soñad mientras la envidia roedora
Vela al falso esplendor de vuestra llama.
Dejad que en tanto el corazón poeta
Vague esquivo del mundo y solitario
Bajo ese cielo que a soñar convida;
Dejad que muera en su ilusión secreta
De otro amor, otra gloria, otro salario
Más allá de la tierra y de la vida.
Nueva York, junio 29: 1860.
Rafael Pombo