LA CIUDAD DE LOS NIÑOS MENDIGOS
¿De dónde vienen estos niños mendigos
y qué fuerzas mutiplican sus harapos?
¿Qué humano no ha sentido
en el sitio del corazón
esos dedos
picoteados
por degradantes pájaros de cobre?
¿Quién no se ha detenido
a mirarles los huesos
y no escuchó sus voces de humilladas campanas?
Que no haya niños mendigos disminuidos en las puertas,
golpeados
por la bruma de los cementerios,
muro blanco de las ciudades.
Que haya niños que posean juguetes,
pan
y luceros debajo de sus zapatos.
Que en el patio de la escuela
capturen alegremente
los insectos en el césped.
Que habiten en sus mundos
entre sus propios seres y sus cosas.
Roberto Sosa