PALABRAS DE UNA NIÑA QUE SE QUEDÓ DORMIDA
Para Leonor Sosa
Entro en tu residencia
¿cómo no ser pequeño
al penetrar en ella?
y cuando me iluminas
el dolor
ya no existe en mi poesía.
En esta forma, hija,
nunca ha sido más limpia
la realidad conmigo
que cuando a ti se acerca
sin intención de golpes.
Entonces soy más alto:
todos tus pasos caben en mis dedos,
y en el puente del agua
yo camino contigo
hacia donde la Tierra es un sendero recto.
La dicha siempre tuvo
sus vocales en fuga.
Tú no lo sabes, hija,
¿cómo ha de percibirlo
tu cabecita nueva?
Mi amor
anuncia
claros ramajes nunca extintos.
Hasta donde él se extiende
mi corazón te ampara.
Pero la vida tiene
su arena movediza
y por ti siento miedo.
Quédate así dormida
junto al agua que parte de tu cuna.
Roberto Sosa