DESDE EL VEDADO, UN CUBANO LE ESCRIBE A UN AMIGO DECIDIDAMENTE EUROPEO
Comprendo que esperases que yo te hablara del tamtam de mi sangre,
De la gran selva lustrosa donde cruza chillando el loro,
De la centella caída frente a mis o/os,
De Obatalá blanca como la nieve en mitad del fuego
(Con las memorias que ciertamente tengo de azabaches en la camisa y despojos a los doce años).
Comprendo, querido amigo, que necesitabas la savia salvaje.
Que yo podría aportarte, con un pedazo de sol en una mano.
Y en la otra la maraca que sólo el amanecer lechoso logra amainar.
Pero ¿cómo quieres que te escriba con el aire acondicionado que no marcha bien.
En este piso de hotel, este tremendo día de verano,
Y a los pies La Habana brillando
Como un collar, llena de autos ruidosos y polvorientos
Con docenas de restoranes y cabarets yninguna palmera a la vista?
Roberto Fernández Retamar