INSTINTO
He de sembrar tu tierra, amada mía,
de esta semilla amante, huracanada,
que me duele en el alma, aprisionada
por esta piel, o cárcel, o agonía.
No sé qué fuerza, con tenaz porfía,
me convoca en tu entraña. A su llamada
marcha hacia ti mi sangre enamorada,
increíble, ancestral, cálida, umbría.
Ciego de amor, en proceloso anhelo
voy desde el corazón a tu figura,
delirante de instinto y de desvelo.
Llena mi soledad, mi noche oscura
y el cósmico silencio de este cielo
que amenaza mortal desde la altura.
Rafael Morales