¡Gloria a América prepotente!
Su alto destino se siente
por la continental balanza
que tiene por fiel el istmo:
los dos platos del continente
ponen su caudal de esperanza
ante el gran Dios sobre el abismo.
¿Y por quién sino por tu gloria,
oh, Libertad, tanto prodigio?
Águila, Sol y Gorro Frigio
llenan la americana historia.
Y en lo infinito ha resonado,
júbilo de la humanidad,
repetido el grito sagrado:
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!
Antes que Ceres fue Mavorte
el triunfador continental.
Sangre bebió el suelo del Norte
como el suelo Meridional.
Tal a los siglos fue preciso.
Para ir hacia lo venidero,
para hacer, si no el paraíso,
la casa feliz del obrero
en la plenitud ciudadana,
vínculo íntimo eslabona
e ímpetu exterior hermana
a la raza anglo-sajona
con la latino-americana.
Proles múltiples, muchedumbres,
tupidas colmenas de hombres,
transformadoras de costumbres,
con nuevos valores y nombres
en vosotros está la suma
de fuerza en que América finca;
fuisteis presentidas del inca;
os adivinó Moctezuma.
En este día supremo:
¡Excélsior!, se oye en un extremo;
en el otro se oye: ¡Adelante!
¡Glorificado el instante
en que resurge Triptolemo!
América que la dicha encierra
vivirá del sol y la tierra;
y hoy la tierra, pánico incensario
encendido por el destino,
perfuma el día argentino
en la fiesta del Centenario.
Rubén Darío