De repente los ecos divinos
que en el tiempo se apagaron,
desde lejos de nuevo llamáronle
con el poderoso encanto
que del fondo del sepulcro
hizo levantar a Lázaro.
Agitóse al oírlos su alma
y volvió de su sueño letárgico
a la vida, como vuelve
a su patria el desterrado
que ve al fin los lugares queridos,
mas no a los seres amados.
Alma que has despertado,
vuelve a quedar dormida;
no es que aparece el alba,
es que ya muere el día
y te envía en su rayo postrero
la postrimera caricia.
Rosalía de Castro