Nada me importa, blanca o negra mariposa,
que dichas anunciándome o malhadadas nuevas,
en torno de mi lámpara o de mi frente en torno,
os agitéis inquietas.
La venturosa copa del placer para siempre
rota a mis pies está,
y en la del dolor llena... ¡llena hasta desbordarse!,
ni penas ni amarguras pueden caber ya más.
Rosalía de Castro