LA VISIÓN EN EL JARDÍN Y DENTRO DEL ALMA
¿Cómo pudo pasar? ¿Es un recuerdo;
un sueño, una ilusión? Pero ¡ay! En vano
—hilaciones quiméricas— me pierdo
en desflecar las brumas con la mano.
La vi del mirador; y ya fue esclava
mi paz. Y la visión junto a la puerta
del jardín se detuvo. Penetraba
no en el jardín, sino en mi alma abierta.
¡Oh, clara noche azul, rubia de estrellas!
¡Oh, jardincito de gladiolas rojas!
¡Arena blanca de imprimir sus huellas
la viera Diana entre las verdes hojas!
¿Fue un bien? ¿Acaso un mal? Sentí que dijo
elocuente la sangre de mis venas
cuando me vio meditabundo, rijo:
«cómo es dulce el tañer de las avenas,
»la flor de lujo, el vino y el vagueo,
y de las horas ignorar la huida…
echa una brasa más a tu deseo;
riega de amor el árbol de la vida».
Caracas 1906
Rufino Blanco Fombona