¡Qué altos
los balcones de mi casa!
Pero no se ve la mar;
¡Qué bajos!
Sube, sube, balcón mío,
trepa el aire sin parar:
sé terraza de la mar,
sé torreón de navío.
¿De quién será la bandera
de esa torre vigía?
¡Marineros, es la mía!
Rafael Alberti, 1924