EL INFANTE FERNANDO
Quién tuviera tal fortuna sobre las aguas del mar
como el infante Fernando mañanita de San Juan:
ganara siete castillos y a vueltas de una ciudad,
ganara ciudad de Roma, la flor de la cristiandad.
Acabara de ganarlo, asentarase a almorzar.
En meatad de aquel almuerzo faltado le había el pan,
faltado le había el vino, no acabaron del amorzar.
Decía el tío al sobrino: —Ya estamos de buena edad.
Niñas dejimos en casa, ya estarán para casar;
mujeres dejimos joven, ya estarán de buena edad;
niños dejimos en cuna, ya estarán de buena edad;
niñas dejimos en casa, ya estarán para casar.—
Ellos en estas palabras el sueño les vence ya.
Fuéranse para su cama, arrimose a su rosal,
dio en pensar y no dormir y a menudo suspirar.
Oyó cantar a su azor, a su azor oyó cantar.
—Mi azor no cenó anoche ni le han dado de cenar.
Si Dios me dijo vivir para mañana llegar
pechugitas de una pava yo le haré almorzar.—
Ellos en estas palabras el día aclarando está.
Tomó candil de oro en mano y en su mano un gavilán,
cabalgara en su caballo, cabalgó y se fue a buscar.
La garza vola por'l cielo y el conde por tierra va.
¿Ande le cogió la noche? Debajo de un buen rosal.
Alzó los ojos al cielo cuanto y más los pudo alzar,
vido venir un navío sobre aguas de la mar,
las cuerdas de aquel navío eran de un oro torzal,
las velas de aquel navío eran de un fino arešdán,
las tablas de aquel navío eran de un fino nogal,
los remos de aquel navío eran de un fino coral.
Marineros que lo reman diciendo iban un cantar:
—Dios te me guarde, Guarismo, Dios te me guarde de mal:
de los términos del mundo, de los prefundos de la mar,
de la punta del Carnero, del estrecho'e Gribraltar.
—Por tu vida, el marinero, vuelve a dir ese cantar.
—Quien mi cantar quiera oír a mi galera ha de entrar.—
Tiran barcos y barquillas y el conde subido está.
Con el ruido del agua el sueño le venció ya.
Unos dicen: «le matamos y a la mar lo tiraremos».
Ellos en estas palabras y el conde consintió ya:
—¿Quién es ese o cuál es ese que a mí quería matar?
Hijo soy del rey de Francia, nieto del de Portugal.
—Si es verdad lo que dices venemos en busquedad.—
Alza velas, caen remos, se van para su ciudad.
Poesía oral sefardí, ladino, judeo-español
[versión de Tetuán cantada por Sol Acrich a Manuel Manrique de Lara en 1916]