HEGEMONÍA DE ARTILUGIOS
Vinieron otros bosques. Nuevos modos
de marchitar la sombra destronaron
las verdes celosías, las hojas que anunciaban
artesonados ritmos.
Condenaron a muerte las espigas.
El lavado de frondas fue absoluto
por valles y montañas y llanuras.
Todo lo que latiera
el beso de una flor
se vino abajo.
Y la tierra llenose de andamiajes
que no los conmovían primaveras
ni seniles otoños.
Una sola estación,
a caos de espolazos, impusieron
los cascos industriales.
Orquestas de metal sinfonizaron
humaredas. Diagramas de aquelarres
enloquecieron bielas y relámpagos.
Cocearon las luces. Nos hundieron
en la pobreza de un suspiro.
Después de tanto crimen,
de asesinar palabras valederas
en aras de los plásticos,
encontraron un trébol
que se había salvado de la quema.
Las sojuzgadas máquinas pararon
viendo la libertad de aquel prodigio.
Y al asfalto nacieron ojos verdes
viendo la valentía de una hoja.
Pedro García Cabrera