EL FANTASMA DE LA ESPERANZA
Llegaron a la casa de la noche.
Cada uno alumbraba
el candil de una idea.
Quien, había dejado
las aspas puestas al molino.
Quien, se puso una hoja entre los dientes
para no estar tan solo.
Quien, amarró el silencio
en el tronco del árbol que plantara.
Quien, tocó la madera
que dormía en el sueño de sus hijos.
Conspirabar
para tener derecho
a vendimiar sus penas
y no mirar con odio los callos de las manos.
Y cada uno tuvo
un apretón de hierro por esposa.
Fueron sus delatores
los perros al ladrar a su esperanza.
Pedro García Cabrera