ASÍ TE VEN
Llegó la luz clavando sus puñales
al rojo vivo sobre el mar. Los viste.
Comenzaron a verte. En la mañana
tus barrancos te fueron revelados.
Ni una mano siquiera
se levantó más alta que tu cuerpo.
A ras de tierra y lava, sin salirte de ti,
sin desprenderte
ni entrar en los objetos circundantes,
mirabas impasible la hemorragia
del mar por sus arterias de corales.
Pasaron otras islas, otros sueños,
los desiertos con alas, los estíos,
sonriendo a tu frente pensativa.
Y todos te aprendieron en tu gesto
de mirar sobre el hombro las distancias
desde una virgen soledad de cumbres.
Pedro García Cabrera