LIQUEN 2
Cuando empezó la montaña
su comunión amarilla,
cuatro puñales de lona
aupados en las quillas,
asesinaban la tarde
que sobre el mar se mecía.
Olas con lomo de carnes,
azuzadas por la brisa,
ladraban espumas blancas
por toda la azul mejilla.
Por el paladar celeste
calvas violetas subían.
Mañana seguirán rumbo
las cuñas de cartulina.
Y esta noche, en los costados,
el mar les hará cosquillas.
Pedro García Cabrera