OCURRENCIAS
Cuando se vive madurando transformamos la ética en bondad.
Conforme envejecemos naturalmente: esto es hacia la bondad,
el corazón se apodera del cerebro y el egoísmo decrece.
Envejecer también es acercarse al cielo por necesidad.
Si es que trabajamos en el mundo para vivir tras morirnos
el amor campea nuestros actos cuando nos acercamos a la muerte.
Fácil es engañarse de que en nuestro cuerpo seremos
eternos,
porqué este inevitablemente nace, crece, se desarrolla,
decrece dolorosamente y muere.
Vivir es contemplar un desfile de seres
con los que el tiempo
transforma nuestro cuerpo, de niño en joven,
a hombre, adulto viejo y decrépito.
Viajamos por el mundo agarrados a identidades
que debemos abandonar conforme el cuerpo nos transforma;
contradiciendo
en la continua mutación
del cuerpo
las ideas que nos hacemos de nosotros mismo.
La vida solo es el sueño en que nos auto castigamos
a separarnos de Dios
para ser su creación.
Lo que tenemos para manejar como presentes, en —y del— mundo
es el duro castigo, la oportunidad y el gozo formidable de estar vivos.
Sergio Verduzco