Mas no me encontraréis en las batallas.
No estaré agazapado en una barricada
ni lamiendo la sangre del cuchillo victorioso.
No empuñaré las armas homicidas
ni la palabra ambigua
ni el rencor permanente del alma embrutecida.
No serán mías las fauces carniceras
ni el estandarte gris del bombardeo.
No seré el cazador
ni ese francotirador de la azotea
que va tachando vidas en la pared funesta
de la ciudad sitiada.
No estaré con aquellos que filtraron
gota a gota la sangre de los pobres
para hacer de cada vena un instrumento
de riqueza enterrada en sus bolsillos.
Tal vez podáis hallarme donde lloran los tigres
Acaso en la morada del hambriento,
en los ojos del niño moribundo,
en la sangre del ave asesinada.
Sergio Borao Llop