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    DIECISIETEAVO ANUNCIO

A Ludwig Zeller

Un anzuelo de labios para ir en busca de ese paraíso que se extravió en el fuego
relacionarse como manchas con la muerte,
otros como golondrinas con la intemperie masacrada
las lámparas reciclan fantasmas, sin estar destinadas a eso
siempre cuando escribimos, estamos imitándolas
siempre con el mismo susurro como derrotero,
un surrurro que aunque lo dejemos en la tierra o en el cielo, no puede ser consumido por nada,
pero que a cualquier precio seduce a las raíces durante las noches.
Yo comercio con escarabajos, aguas amnióticas, hipótesis, porque vendrá el exterminio
y que pueden hacer algunos si no es tener una cruz de mañana, cubrir de fluor el desfiladero
saber que el parpado vuelve inmemorial al ojo y volver a buscar debajo de las piedras
que pueden si son arrojados por sus propios huesos,
cuando la seducción va saliendo de las cajas de niebla
y el animal alquímico sigue robando uñas,
y sigue incitando a las puertas, estrellas y piedras a una fusión riesgosa.
Nos hemos comparado tanto con ellos, que los creemos como hermanos
seguimos comparando manos, acantilados, petrificaciones
con un estallido que nos trae de todas partes, sin que tengamos necesidad
de trazar una red o una ley para la sed de las horas,
es simplemente que nunca estaremos listos como la espuma para el secreto
ese es nuestro consuelo, ojalá nunca lo sepan nuestros padres
porque no seguirian levantando la fortificación
por eso comparando hemos llegado a saber que las confesiones de la noche son pájaros,
y cuando vuelve el dia no están por ninguna parte, aunque algunos busquen infructuosamente
en los armarios, en las casas de muñecas,en los ceniceros y hasta dentro del propio ancestro
como si un desconocimiento se metiera dentro de todos los ojos
haciéndonos saber que lo que nunca seremos abre puertas debajo de la tierra.
Nuestros padres se inclinan ante la piedra que encierra la posibilidad de que seamos infinitos
piedra que luego sera muro, oh primera piedra a la que llegaron
cuando venían del mar con un desastre de labios,
cuando no resistian la mordedura del paraíso con tablas fabulosas
pero ya en tierra firme, se frotaron las manos en la piedra
él hizo su inscripición de niebla en las semillas
una y otra vez le decía : «sea tu cabellera la que brote de la boca de la esfinge,
eso seria como aquel terremoto en el cementerio»,
«Lo que advierten las estrellas está en tus pechos», yo lo sé y lo grabo
porque se que cuando nos despidamos el fuego separara los mundos
pero ya en tierra firme ella se confeso diciéndole: «nunca terminaras de conocer esa sal
que aparece en los agujeros ebrios»
«Hoy en día un llanto de meteoros mide los arrecifes, mide los martillos»
¿pero que es lo que él engendra, que es lo que ella guarda en su vientre?
si todo es pensamiento debajo del agua.
Comparamos manchas,vuelos, rotaciones, vasos, jamás lo hacemos de dia
de dia un umbral siempre pasa la lista, y siempre faltan algunos
andaran blasfemando contra el horizonte, o asexuando las anclas
tal es el dolor de ellos, que apadrinan acantilados
y no haya red ni ley que valga para ellos,
al volver la noche, solo encontramos una desnudez que destruye
reconstruimos con diamantes la boca que animalizó al viento y al fuego
como si fuera también un consuelo ante tanto arrebato, ante tanto extravío.

Rodrigo Verdugo Pizarro


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