RECUERDOS MÍOS
Llegué a aquella casa
de otros recuerdos míos,
de tiempos de dulce sonreír,
donde me acogía la nostalgia,
la luz, el polvo de los retratos
que alimentaban las caricias
en un profundo ir y venir;
de la puerta de la aurora,
otra más clara en el día,
un poco menos en la noche,
pero inmensa otra vez;
donde mi viejita adorable
se sentaba en su sofá,
levantaba su linda mano
para acariciar mi cara
y mi renovado corazón;
donde una simple palabra suya
era una oración,
de nuevo su estrella
era mi canción.
Llegué a aquella casa
de otros recuerdos míos,
de enormes pasillos,
tan grandes como su amor:
ese aire exhalaba por muchos años
los cariñosos cuidados
de música encantada y callada
y el suave murmullo
de su dulce caminar;
los minutos y horas
de la mañana,
resplandecían siempre con sus pasos,
a un nuevo despertar;
sus ojos eran mi esperanza
y mi ánimo,
la fuerza, hoy, de mi alma
que nunca dejaré de amar;
el consejo maternal,
que arrullaba mi alma,
hoy, vive, en verdad.
Llegué a aquella casa
de otros recuerdos míos...
Ricardo Serna G.