PRIMERA CARTA A LA NIÑA AZUL
Haz memoria:
Andábamos por aquel entonces diez pasos,
nos gastábamos y desafinados,
el uno rompía el mundo del otro
temblando de distancia.
Luego se hacía, escasa, la palabra.
Y volvíamos a escondernos en los ojos de enfrente,
acurrucados de infancia en el silencio,
tornando al roce, a la llanura,
a la pleura de nuestro refugio más audaz.
Rafael Saravia