No siempre hay un culpable
La máquina del tiempo
Desafina en instrumentos atribulados
El desconcierto implacable de los días
(Ese mar que rompe en cada poro de tu piel)
Produce los juguetes rotos de la vanagloria:
Asesinos en potencia y víctimas propiciatorias
En un desfile continuo de indignidad
Olvida al monstruo que habita los andenes
Y su apremio minucioso
Y su guadaña
Mi cuerpo y tu cuerpo
Son polos opuestos
De un viejo rito de sangre
Crecido al sol de la desmesura
Cada uno a un lado de la herida
Urdido el último subterfugio
Se cerrará la herida
Y será la muerte
Pedro Pérez Vilas