MENDIGO DE OJOS NEGROS
Tarde lluviosa de días infinitos,
cuando se agolpan certeros
los hados del destino,
tras el cristal de mi ventana
veo pasar un mendigo,
su espalda, va encorvada,
sus ojos, en el suelo fijos,
tiene su pelo ya canoso
con un leve aire cetrino,
y sus manos temblorosas
muy ajadas por el frío,
parecen sus pasos apagados
andar buscando cobijo,
mas su mirada ausente
nos dice de su vacío,
y que su sombra acarrea
los golpes del destino;
Lentamente se paró…
como si fuera cautivo,
de esa lluvia que caía
sobre su cuerpo curtido,
y alzando hacia mi sus ojos,
negros, negros zaínos,
creí sentir en mi, el dolor,
tristezas de corazón herido,
solo un instante duró
ese dulce mirar cristalino,
y cuando deslizo sus pies
me dejo un enorme vacío,
sintiendo latir mi corazón
tal si fuera un remolino
por el mendigo de ojos negros,
de negros ojos zaínos.
Olga San Isidro