A MI HIJO
Ayer no eras nada...
sólo un dulce sueño
tejido con amor
al arrullo... de un riachuelo saltarín
o de algún sendero solitario,
en el silencio...
de la pálida tarde
Ayer no eras nada
hoy ha muerto el sueño
y nació la vida
¡ya estás aquí!
y de alegría,
río y lloro al mirarte
mientras tú pataleas
y cierras los ojos
al contacto cálido
de la blanca mano de tu madre
No me canso de hablarte,
cuando no me escucha nadie
eres un milagro
¡tan frágil!
¡tan grande!
que cuando sonríes
se ilumina el cielo
y te besa el aire.
Julio Biosca