INDIFERENCIA
Los quebraderos de cabeza,
confusos, afables,
se pasan a golpe de martillo,
y en los ojos, tiembla versátil
un jardín cerrado.
En los años poderosos,
te encuentro siempre dormida,
en la casa de tu abuela,
donde las curas abundan,
y el algodón y el recuerdo,
eran y son medicinas.
Te emborrachabas de colores, sí,
te gustaba pintar un corazón,
dentro, un amor indiferente,
que pasaba delante de ti,
cruzaba la acera y no te miraba.
Juan Miguel Melgar Becerra