LA FRESCURA DE LA MUERTE
Tu dulzura me transporta, me lleva,
Tus manos amigas e inalcanzables,
Tus manos cómo hilos me atrapan,
Me enredan, pequeñas y erógenas lágrimas,
Ácido qué en tus ojos reverbera, empoltronado observo,
Y en las tinieblas rojizas me aproximo al horizonte, y palmo a palmo te
descubro,
Tu frescura inevitable, y tus labios helados, partidos,
Camino embelesado a la muerte.
Juan Felipe Acosta Sánchez