MALA FORTUNA
Lluvia altanera, que dejaste en mis umbrales la flor de la vida enferma, arruinando mis días solteros con abulia y manchas de piel;
Seduciste en grosero arte, al infalible cartucho del porvenir,
Quebraste el múltiple vicio encadenado, con indecorosas rutinas de protocolo.
Sol, viento, frío y calor; que siguieron las huellas maliciosas de la lluvia, conspirando en mi contra por ser quién fui;
En extremo reclamo por las condiciones que me sucedieron:
“Donde planté flores, el viento fulminó todo vestigio de ese acto de amor;
Donde construí mi terruño, la tempestad colapsó con su ancestral arquitectura;
Donde desafié las heladas, el calor socavó mi salud bajo tormentosas sesiones;
Donde recibí el cáliz, me intoxiqué;
Donde comparecí inocencia, se me encarceló;
Donde deposité confianza, se me traicionó.”
...¿debo estar de acuerdo con mi fortuna?.
Tal vez la única suerte de la que pueda disfrutar sea la de compartir mi tragedia con ustedes,
De envolver en sus memorias las viejas heridas,
Las crueles marcas de la ruta inmerecida;
¿Quién creyera acaso, que mi desdeñosa y última jugada, no comprende maraña y envidia, por martirios vividos?
Si aún así lo estimará, no lo escribiría,
porque conforme con mi suerte, en vida se me mostró el esplendor y la ruina;
En vida asimilé la paz y la agonía;
En vida reuní la fauna encogida que miraba surtida de robustas frutillas...
Ahora pienso que todo lo adverso parece tan dulce, que en mi caso sirvió de fuente inspiradora para levantarme tras continuas caídas;
Me acostumbre tanto a ellas, que estoy deseando alguna... ó mas de alguna, antes de mi partida.
José Luis Cárdenas Saldivia