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¡Padre!
gritó niño
mostrándome en su mano
el trigo desgranado.
El fruto
que es del Hacedor,
y tuyo y mío,
y de la tierra
y del trabajo
y de la espera.
No es grano,
no sólo es semilla,
es tierra,
es cielo.
No es un capricho,
no es un sueño.
Es más que vida,
es más que algo terreno.
¡Míralo despacio!
mi niño.
Míralo en silencio,
como cuando rezas.
Jorge Botella