LA CAZA
Casi sin esperarla aunque siempre temida
me alcanzó la noche.
Cuando más admirado estaba
de inesperadas luces, de renacidos soles
dando otra cara al cielo
me alcanzó la noche.
Por las tapias de mi jardín atravesando,
por el serrín de mi belén quemando,
por los universos de mi rincón abortando,
me alcanzó la noche.
Recogiendo los restos, en cristales
rotos, del horizonte, comprendí
que a ese largo pasillo sin principio ni meta
que llamamos destino
le alcanzó la noche.
Mas no quise dejar de amar aún conociendo
que me alcanzó la noche.
Jesús Aparicio González
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