NUESTRO IDILIO
Éramos jóvenes aún
como hierba recién salida de la tierra
cuando nos amamos.
Éramos rosas
sin violaciones de sorpresas dolorosas,
éramos el vaho
nostálgico de otoño,
éramos una feria sin fin en la comarca,
cuando nuestro idilio;
timidez de palomas en el río,
saltó a los aires y llenó el vacío.
Las piedras, recién mojadas por la lluvia,
hablaban de nosotros.
El rumor de las jaras ascendía
por una cuerda astral al universo.
¡Yo sí te amé!
El gemido
de mi fuerza implacable te lo dijo.
¡Yo sí te amé!
¡Lo juro!
Por las piedras precámbricas del río,
por nuestro suelo viejo,
por tu sagrado y el sagrado mío.
Virginal inconsistencia aquella tuya...
bañándose en las notas de la vida
y en la música cósmica.
Me quisiste, y te quise...
Nuestras almas,
atropellándose en la confusión de la inocencia,
soltaron a volar aves de fuego
al espacio infinito de la vida
donde tiene el dolor su residencia.
Humberto C. Garza