GUARAPO
Naciste en los trapiches y tu alma es casta y es dulce blancura de las cañas.
Tu corazón es verde como los cañaverales en sazón,
por eso nos embriagas de esperanza. Pero tu piel es mulata,
como la miel y como el ron, ¡guarapo, hermano mío!
Guarapo, fiestero incorregible, que siempre vas a misa los domingos
con tu traje aplanchado y tu camisa azul; que en Navidad tocas
el bombo, agitas el guasá o melificas en la marimba;
que por allá, por los días de la Patrona, Nuestra Señora la Purísima,
prendes la llama de los trabucos y mueves el badajo armonioso
de las campanas, porque acudan los fieles y también los infieles a la iglesia.
Guarapo, que le enseñas la más bella postura al currulao;
que te evades vertiginosamente con la juga o que te quiebras
con ritmo coreográfico perfecto en el bunde; que eres la prima
de la guitarra serenatera y la canción más dulce del enamorado;
que ya tienes con rubor a la luna porque conoces todos
los secretos de la noche.
Guarapo, que aumentas el caudal de las aguas bautismales;
que te mezclas a todas nuestras lágrimas, en el velorio y el entierro;
que vas a trabajar al corte del minero, al monte con el agricultor,
y sales al mar en la canoa de los pescadores; que te emborrachas
con el negro y el mulato y gritas ¡Viva Colombia!,
en los días de gozo de la patria.
Guarapo, hijo natural de la familia del coñac, del brandy,
de la champaña, del whisky, de la cerveza y del aguardiente;
guarapo mulato como la miel y como el ron, hermano mío.
Helcías Martán Góngora