DE MADRUGADA
Tristes notas musicales caen sobre mi oído,
la noche me envuelve como si yo fuera un tesoro.
Mi alma paciente —pero asmática— gira y me estrangula.
Estoy demasiado orgulloso de vivir.
Las deseosas luces de las estrellas
me alumbran una distancia inconcebible,
un vecino leerá una revista de aeronáutica y otro
soñará que vuela.
Un murciélago que devora plátanos le dará de mamar
a la nube oscura
El caminante del bastón de hierro no ha pasado frente a mi casa.
Todos parecemos ciegos de noche
Todos parecemos resucitados de noche.
El condenado cigarro
Morirá en la horca de mi boca
Y un silencio extremo
Pudrirá mi última tristeza.
Fernando Nachón
Incluido en El Poder De La Palabra.