SONETO A JULIA DE BURGOS
En la urna del tiempo, guarecida
de los brazos voraces del olvido
duerme Julia de Burgos: polvo herido,
flor herida de amor, brasa extinguida.
Duerme y sueña la vida no vivida,
el ávido deseo consumido,
el llanto de su pueblo sometido,
su cuerpo desplomado en la Avenida.
Pero aún la flor germina en otras flores,
aún hiere el ascua, súbita, la llama,
aún hay rastros de sangre en la ceniza.
Y brota en la canción de otros cantores
la voz que irreductiblemente clama,
la voz del Río Grande de Loíza.
Ferrán de Calatrava